Estación Chemin de Fer

Un hombre bajito, con calva y regordete salió de detrás de una pared acomodándose el gorro de chófer. Se limpió la cara con un pañuelo mientras murmuraba algo como "Otra vez, nuevos estudiantes que me atosigaran y un año nuevo"
Se puso en puntillas para intentar llegar a la campana que había allí y cuando la alcanzo la empezó a tocar con fuerza, mientras a viva voz decía
-Alumnos de Beauxbatons, próximos a tomar la carroza, partimos en una hora!!- Luego se volvió a pasar el pañuelo por la cara y fue a sentarse en un banco justo al lado de la carroza, pero que afortunadamente tenía sombra y era cómodo, mientras esperaba a que todos los alumnos subieran.

Entró en la estación junto a sus padres y a su hermana, miró a su madre con fastidio.
-Nos vemos cariño- habló su madre mientras la abrazaba. Luego de un par de intercambio de palabras con sus padres y su hermana, intentó buscar a sus amigos, pero al ver que no había ninguno de ellos, decidió recostarse contra una pared a ver si aparecía alguien con quien charlar, total, todavía quedaba un buen rato hasta que la carroza saliera.

Los padres de Rachel no pudieron llevarla y poco importaba ya que contaba con la compañía de sus tres hermanos. Mientras avanzaba por la estación hablaba con Robert sobre las expectativas que tenía sobre el nuevo curso, el cual sería el último para los mellizos. A un lado de ella iban Dylan y Bailey, ambos hablando sobre vete a saber qué. Los dos parecían muy entusiasmados con la idea de volver a aquel colegio.

Rachel mientras escuchaba las palabras de su hermano jugueteaba con sus maletas encogidas y asentía sonriente. Este iba a ser un buen año, tendría que serlo. Los cuatro Rowell se montaron en la carroza a la espera de que partieran, cada uno yendo a lo suyo.

Entro en la estación solo, sus padres a partir del segundo curso no se preocuparon por traerlo. Y su hermano iba a su bola así que ni si quiera sabia si habría llegado ya.

Anduvo despreocupado hasta montarse en la carroza y espero a que partiera, sin prisa.

Emma llegó a la estación junto a sus dos padres y sus hermanos. Buscó con la mirada a alguna de sus amigas o a su novio, pero no vio a ninguno de ellos.
Después de una larga despedida con sus padres, y algunos llantos y fuertes abrazos de su madre, los dos hermanos Brinson que aún asistian a Beauxbatons se montaron a la carroza, mientras el mayor les hacía burlas desde abajo.
Ambos se sentaron juntos en un compartimento, esperando que algún conocido llegara.

Finalmente, harta de esperar, se subió al carruaje con su bolso mientras dejaba que los elfos de su familia subieran el baúl a la parte de atrás. Al subir se sentó sola y a punto estuvo de dormirse, si sus amigos no aparecían más, iba a ir dormida todo el viaje.

El hombre regordete se calzó mejor la gorra y se levantó del asiento ara volverse a acercar a la campana
-Alumnos de Beauxbatons!! Ultima llamada, ya vamos a partir!
Dijo a todo pulmón, cuando dejó de tocar la campana se subió a la parte de conductor del carruaje, cerró la portezuela y con un ligero movimiento de las riendas, los caballos emprendieron el vuelo hacia la Academia de Magia Beauxbatons.