Bijoux Diamants

Nunca hubo forma de que Emma fuera a hacer las compras para su año escolar con buena cara. Jamás. Por lo tanto, cuando Emma tenía 7 años y aún asistía a la escuela muggle, su madre tuvo la idea perfecta: Le compraría una joya todos los años antes de empezar el recorrido de búsqueda de sus libros y atuendos.
Ni bien llegó a la Rue le Magie, Emma vió en la vidriera del local una cadena de plata con el dije de un delfín, y imaginándose lo bien que le quedaría con su vestido preferido, entró al local sin siquiera saludar a la señora que se encontraba detrás del mostrador.
-Quiero esa cadena –Le dijo señalando aquella cosa que tanto le había fascinado.

Emma miró de reojo a la chica grosera que acababa de entrar y vió como le dedicaba una tímida sonrisa. Luego cayó en que no era cualquier chica, no era nadie más ni nadie menos que Dominique Weasley, la pelirroja de un grado mayor que ella que nunca le había logrado caer bien.
Volvió su mirada al mostrador. Aunque la señora que atendía se había ido al fondo a buscar otras cadenitas para mostrarle, todo le pareció interesante en ese momento; todo por no mirar a la chica insoportable que acababa de entrar. ‘Claro, todos los años haciéndome la vida imposible adentro de Beauxbatons y ahora se viene a hacer la simpática’ pensó Emma aún con la vista fija en un diamante que se situaba arriba del mostrador, segura de que Dominique no se había dado cuenta que era ella hasta después de sonreírle.

Una mujer alta y delgada de unos 50 años, salió nuevamente detrás del mostrador, esta vez con algunas cajas transparentes llenas de cadenitas en sus manos. Se dio cuenta del silencio que había y de cómo las dos chicas trataban de evitar sus miradas entre si, por lo tanto decidió romper el silencio.
-Encontré algunas cadenitas similares a esta en el despacho –Dijo señalando la cadena de plata con el dije del defin, dirigiéndose hacia la chica rubia que se encontraba mirando el mostrador fijamente. –Mientras que decides cuál llevar… Permíteme ayudarte a ti, joven –Agregó esta vez mirando a Dominique a través de sus finos anteojos.

-Creo que llevo la primera que vi –Dijo Emma tratando de ocultar una pequeña risotada que insistía en salir de su boca. Miró a Dominique, esta vez de arriba a abajo, y notó que esta la miraba de igual forma. En un momento sus miradas se conectaron, pero Emma no tardó en romper aquella fría conexión para volver a dejar su mirada en el mostrador, aunque esta vez, observando las vueltas que le daba la dama a la moña, para luego pegarla en la pequeña bolsa celeste que le entregó a la pelirroja en las manos.

Enseguida se dirigió a la joven rubia
-Ya te decidiste por este? Muy bien, serían 10 galeones

-Sip.. –Dijo a la vez que sacaba los galleones justos para entregarle a la dama. Nuevamente, observó cómo le daba vueltas a la moña para luego pegarlas en la bolsita celeste, y a los segundos se la entragaba en la mano.
-Muchas gracias! –Contestó Emma alegre, y salió del local lista para seguir con sus compras.